sábado, 14 de junio de 2008

BIENVENIDO A UN MUNDO HUMANITARIO

Bienvenido a un mundo humanitario


Uno de los mejores métodos para solucionar nuestros problemas –para crearnos nuestra propia felicidad- consiste en ayudar a cualesquiera otras personas que se encuentren en una situación más penosa que la nuestra.
Olvida durante un par de días todo lo relativo a tus problemas, mira a tu alrededor, da con otra persona que lo esté pasando peor que tú y ayúdala a hacerlo “sólo un poquito” mejor.


Son infinitas las probabilidades de que haya por ahí una persona que tenga ante sí el reto de una dificultad mucho mayor que la que corrientemente tienes que afrontar tú. Prestar ayuda te aportará dos cosas:

1) Situará tú problema en perspectiva. La comparación probablemente hará que la carga que soportas te parezca más liviana y comprobarás de primera mano el asombroso valor que la gente suele manifestar ante los mayores desafíos de la vida. Comprenderás que siempre hay un modo de volver las tornas.
2) Incluso aunque no soluciones el problema, incluso aunque sólo consigas aliviar y arreglar el caso de otra persona, comprobarás que no se da algo sin recibir una recompensa diez veces mayor. No me refiero a una recompensa obtenida a cambio de tus esfuerzos; hablo de recibir el premio de una de las más profundas necesidades humanas: la necesidad del sentido de la aportación. Por el simple acto de entregarte desinteresadamente, experimentarás lo definitivo en alegría y satisfacción humanas.


De modo que, ¿cómo participas en esto? ¿Es difícil? ¡Ni hablar! En el plazo de veinticuatro horas –o como máximo en el curso de la próxima semana- proporciona a alguien a quien ni siquiera conozcas una pizca de ayuda, una pizca de apoyo.

¿Qué piensas que representaría para un alma solitaria el que un completo y absoluto desconocido se tome la molestia de ir a visitarle? Mejor aún, ¿qué crees que representaría para ti? Como mínimo, te recordaría cómo es tu vida y quien eres realmente. Satisfaría las más nobles y fundamentales necesidades de la naturaleza humana: conectar, relacionarse y contribuir. Te transformará. Así que tómate ese tiempo... y entrega ese regalo que procede sólo de aquellos que dan desinteresadamente.

Que el camino salga a tu encuentro. Que el viento te sople siempre de espaldas. Que el sol brille cálido sobre tu rostro, que la lluvia descienda mansa sobre tus campos, y, hasta que volvamos a encontrarnos...que Dios te sostenga suavemente en la palma de Su mano.

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